De Conan Doyle a Eduard Punset

José A. Ruiz 07/12/2020 605
Dos genios de la palabra y la razón, acechados por un ominoso destino.
Hoy voy a hablaros de dos genios de la palabra y la razón. Arthur Conan Doyle y Eduard Punset.
Dos mentes iluminadas a las que admiro. Cada cual a su manera hizo del mundo un lugar mejor, más interesante, más apetecible. El escritor británico y el divulgador español fueron personas aparentemente sin nada en común. Ni el personaje de Sherlock Holmes tiene similitudes con las Redes para la ciencia, ni la carrera médica del de Edimburgo guarda relación con los inicios en la política Española del de Barcelona. Rebuscando similitudes solo podríamos decir que ambos fueron famosos, escribieron muchos libros y fascinaron a su público.
A sir Arthur Conan Doyle se le nombró por su obra Caballero de la Orden del Imperio Británico, en tanto que Eduard Punset fue condecorado con la Cruz de Sant Jordi en una época en la que ese galardón aún conservaba algo de prestigio, antes de convertirse en una especie de 'título nobiliario' para los afines al régimen nacionalista.
Y es que fue durante la recepción de ese galardón, en plena ceremonia ante la plana mayor de la Generalitat, cuando la mente preclara del divulgador catalán se atrevió a expresar en voz alta los peligros que conllevaba el pensamiento nacionalista. El egoísmo inherente, la falta de empatía que implicaba, y que ya habíamos padecido en otros regímenes.
Porque Eduard Punset, como Arthur Conan Doyle, eran personas con una gran imaginación, pero con los pies firmemente anclados en lo demostrable, en lo tangible, en la lógica y en la ciencia, ejemplarizados tanto en el método científico de los amigos de los que se supo rodear Punset como en el método deductivo que caracterizó la creación literaria de Arthur Conan Doyle y que expresó de forma magistral en palabras de Sherlock Holmes: 'Amigo Watson, cuando hayas descartado lo imposible, lo que quede, por improbable que pueda parecer, ha de ser la verdad'.
Un poco cogido por los pelos, todo esto, ¿Verdad? Estoy seguro, amigo oyente, de que aún no te convence la relación que intento establecer entre estos dos grandes personajes a los que admiro. La pista, el nexo, ese detalle que completa el puzzle, como en los mejores misterios de Sherlock Holmes, me lo dio el propio Eduard Punset en uno de sus programas.
Eduard Punset nos enseñaba que el hombre, el ser humano masculino, durante su infancia, es libre e inocente, pero al llegar a la adolescencia sufre un bombardeo hormonal que no solo altera su físico, sino también su personalidad, su temperamento, su desconfianza, y en suma, su propio carácter, y es cuando esa tormenta se calma, ya alcanzada la tercera edad, cuando vuelve a ser libre, calmado, más reposado, aunque a menudo también más confiado, y más indefenso ante las manipulaciones, y víctima fácil de los engaños.
Conan Doyle, paradigma de la lógica y la razón, fue en los últimos días de su vida víctima de un engaño pueril. Dos niñas, en apariencia inocentes, le hicieron llegar unas fotografías trucadas en las que se las veía jugando con hadas. La familia de las niñas respaldaba la historia y Conan Doyle, atrapado en la mentira, la creyó a pies juntillas. El autor de Sherlock Holmes defendió durante los últimos días de su vida que las hadas existían.
Y volviendo a nuestro querido Eduard, a quien tuve la suerte de conocer brevemente y agradecerle la influencia que en mí había tenido, aquel hombre que se había erguido con pie firme en la entrega de los Sant Jordi, alertando de los peligros del nacionalismo, apareció un día, tiempo después, en un acto nacionalista aplaudiendo codo con codo con Artur Mas.
Si, señoras y señores. El círculo de amigos y vecinos de Punset había insistido hasta la saciedad en que Punset estaba equivocado, en que España era realmente un enemigo hostil, en que el espíritu de Franco seguía vivo y que la rebelión de 2017 era democracia y no un golpe de estado. Y Punset, en los últimos días de su vida, cedió al engaño al que se había estado resistiéndose durante toda su vida, a esas fotos trucadas de Ramón Tremosa, a esas imágenes de victimismo mil veces emitidas por la televisión del régimen nacionalista y finalmente, de buena fe, lo creyó.
Dos genios, que aportaron luz al mundo. El ingenio de Conan Doyle, el humanismo optimista de Punset. Engañados ambos hombres, vilmente, por fotos trucadas. Por humo y espejos, por trucos de salón.
Pero ningún engaño empañará mi recuerdo de lo que hicieron en su plenitud. Lo que me enseñaron. Lo que nunca olvidaré. La mentira tiene las piernas cortas, la luz de la razón lleva a la verdad y el futuro ha de encararse sin fronteras ni prejuicios, con ilusión y optimismo.
Con eso me quedo. Ese es mi homenaje a las luces y a las sombras de dos personas cuyos logros no se deben olvidar.
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