Acaba el 2019 y son dias de vaticinios. Días de jugar a adivinar qué pasará al próximo año. Es divertido recoger las múltiples apuestas elaboradas hace un año y ver cuánto cuánto fallan los aprendices de pitoniso. Como yo no tengo bola de cristal ni creo en supercherías, jugaré sobre seguro. Afirmo que en el 2020 que se acerca seguirá siendo el año de los egoístas.
Pronostico que seguirá esta crisis que ya ha empezado de nuevo. Esa crisis que impulsa a separatistas, nacionalistas, regionalistas y localistas a dejar de ser solidarios con los más cercanos.
Volvemos a escuchar ojipláticos a políticos por la mañana decir que acoger refugiados de otros lugares del planeta y por la tarde esos mismo políticos asegurar sin sonrojarse que los niños extremeños con ordenador son versión 2.0 de Curro Jiménez.
Desde Trump a Quim Torra, pasando por miles de medianías que se jactan de llevar a su ombligo por bandera.
Después del pronóstico, el deseo. Pido desde aquí que se cree desde el progresismo un marco político que incremente el bienestar la ciudadania. Pido poner las bases para poder solucionar los problemas de verdad.
Realismo pragmático contra ensoñaciones preñadas de trampantojos.
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