Regularmente es noticia como una lluvia fina la polémica que se crea al cambiar determinados nombres de calles. Resumiendo: se varían las relacionadas con los ganadores de la guerra civil.
De entrada no me parece mal y por supuesto hay que respetar y cumplir la legislación vigente, pero el revisionismo lo carga el diablo.
En Cataluña el nomenclátor está preñado de personajes semi-inventados, casi de ficción y digo 'semi' porque sus biografías están cebadas. Es cierto que son personas que existieron, pero sólo en un ámbito territorial pequeño donde han podido tener cierto renombre.
También nos encontramos homenajes callejeros a personas de dudosa reputación, o más bien de mala reputación. Rara es la población catalana donde no haya un enclave dedicado a Enric Prat de la Riba, uno de los padres del nacionalismo catalán. Hasta ahí pues es respetable, cada población homenajea a quien cree conveniente, pero siempre se ovbia lo que escribía el señor Prat de la Riba sobre la inmigración.
'De un lado están los hombres desviados por los fermentos del odio, los recién llegados no asimilados todavía en nuestra vida ciudadana, los inmigrantes analfabetos (…) los fracasados, los despistados, todos los detritus' .
Esto es lo que escribía Enric Prat de la Riba sobre la inmigración.
Llamativo y paradójico que una población de de acogida como L'Hospitalet del Llobregat haya dedicado una de sus vías más importantes a este este tipo, a Enric Prat de la Riba.
El revisionismo es un melón difícil de abrir. Lo que tienen que hacer los municipios es pensar muy bien el nombre las calles nuevas para no levantar futuras suspicacias, y sobre todo preocuparse del bienestar de la ciudadanía, porque más que el nombre de la ubicación lo que les importa ciudadanos es vivir mejor.
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