Siempre me ha gustado el faranduleo.
Sí. Desde bien pequeña mi vena artística estaba ahí, latente. Por supuesto ahora que ya soy algo mayorcita este amor por la música, el cante y el baile no se ha aminorado, al contrario, y esto en realidad puede ser preocupante para otros, aunque no para mí.
Si con los años una debería de asentarse en sus emociones y ser consecuente con su edad y con lo que por estándares deberían ser sus preferencias.. ¡pues nada! Ahora he vuelto a sentirme más joven que nunca, y a volver a sentir ese deseo de ser artista.
Pero no una artista cualquiera. Mi sueño, ya de pequeña y el que ha vuelto a surgir ahora, es subir a un escenario. Pero no un escenario cualquiera. Mis pretensiones van mucho, mucho más allá de un escenario de orquesta que va en los veranos de pueblo en pueblo a los que admiro de verdad, pero yo en este escenario no, no me veo.
Yo quiero algo como lo que se organiza en el Radio City Music Hall de Nueva York o en el Madison Square Garden, vamos, por poner un ejemplo. Quiero muchas luces, muchos músicos, bailarines y muchísima gente expectante, agitada, nerviosa, esperando que yo salga al escenario y entonces ahí, ahí empieza mi momento orgásmico.
Yo, en el escenario, con un vestido espectacular, diseñado por Jean Paul Gaultier, entre humo, entre los gritos de mis fans, la música resonando y yo, junto a mis bailarines, bailando una coreografía sensualmente atronadora mientras canto, pensando para mis adentros 'aquí estoy yo'.
No soy de jurar, pero os puedo asegurar que lo que os digo es totalmente cierto. Ya de pequeña me encantaba encerrarme en el comedor de mi casa, poner la cinta beta en el video y ver el concierto en directo de Madonna. Madonna, de la que era fanática, pero de la Madonna de antes, no la de ahora. Me sabía a la perfección cada uno de los pasos de las coreografías de este concierto en directo. Os repito, me lo sabía la perfección, al igual que las letras.
Siendo ya más mayorcita (o sea, vamos, como ahora) lo he vuelto a hacer. Esta vez ya no en cinta beta, era en DVD, y con un concierto de Lady Gaga. Sí, también me sé todas las coreografías a la perfección. Yo el día que me apetece me lo pongo. Y aquí viene el problema.
Tengo una hija pequeña a la que le hace mucha gracia verme bailar, y siempre se anima a hacerlo conmigo. Pero claro, tengo otra hija adolescente, y cuando ve a su madre, (oséase, a mí) bailando como poseída, imitando los gestos de Lady Gaga, se quiere morir.
¿Y por qué se me ha ocurrido hoy hablaros de esta intimidad mía? Pues porque el sábado noche emitieron los MTV Europa, y habían actuaciones musicales. Y entonces pasó lo que pasó: Me vine arriba y me marqué un twerking y no sé qué otros pasos y coreografías imposibles ante el estupor, no ya de mi hija mayor, sino también de la pequeña.
Hijas mías, lo siento. Es la madre que tenéis. Podría tener como vocación frustrada haber sido monja. Y así me veríais todo el día rezando, pero lo siento. Ya veis que mi sueño frustrado ha sido otro, el de ser artista.
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