Lo cotidiano ya es historia

Eva Higueras 03/02/2021 618
Nos hemos visto obligados a cambiar nuestro día a día y no me gusta nada.
Desde hace ya casi un año que lo que eran cotidianidades han pasado a ser historia y pasamos a hablar de ellas como si fuéramos abuelitos que hablamos de vivencias pasadas vividas hace mucho tiempo y que nos parece que no volveremos a vivir.
Pues no. Explicaba a mi hija pequeña como hasta hace un año, cuando todavía hacía buen tiempo, nos íbamos a pasar el fin de semana a un pequeño apartamento que tenemos en Tarragona. Apartamento que supongo que todavia tengo, porque desde hace muchísimos meses no puedo ir a visitar, pero del que sigo pagando religiosamente el agua, la luz, la comunidad y las derramas que van surgiendo. Sólo espero que el día que pueda volver a disfrutar de él no me encuentre a una comuna de hippies o de drogatas viviendo a cuerpo de rey en el que fue un apartamento comprado por mis padres con un esfuerzo económico muy importante.
Pero claro, los pobrecitos ocupas, gentuza que no han pegado un palo al agua en su vida, reivindicando una vivienda digna. ¿Pues por qué no ocupan la vivienda de sus familiares? Podrían ir a vivir con sus abuelos o con sus tíos. Y ya que no saben lo que es trabajar, como mínimo que ayuden a sus familiares de edad avanzada en sus tareas domésticas y se instalen en casa de ellos. Bueno, por mi parte cómo veis que no sea por aportar alternativas.
Claro que a la mayoría de ocupas les suelen acompañar perros y a lo mejor el cuidar de sus familiares mayores, de sus perros y cuidar de sus rastas les puede resultar muy estresante.
Bueno, ya pensaremos otras cosas, por favor, que no se estresen mis niños (bueno, aunque algunos de ellos ya peinan canas).
Y cambiando de tema, porque mi hablar de los vago-ocupas me estresa, bueno, más que estresarme es que me asquea.
Así que pasaré a hablar de adolescentes y de universitarios. Decir que yo siempre fui muy buena estudiante, pero buena buena.
En mi época de bachillerato, el llamado BUP y después el COU, seguí siendo buena, buena.
Pero ¡Ay! ¡Ay cuando llegué a la universidad! En la universidad descubrí lo que era ir a clases masificadas. Descubrí lo que era hacer campana. Descubrí lo chulo que era estar toda la mañana en el bar de la universidad y en la Bolera Pedralves que estaba cerquita de la Universidad de Económicas de Barcelona.
Y, bueno, también descubrí otras cosas que ahora mismo pues no voy a explicar.
Pero ¿Cómo le explico yo todo esto a un universitario en su primer año de carrera cuándo desde que empezó el curso actual casi no ha puesto un pie en la facultad?
Claro, es otra época. Claro, ya habrán hecho antes de la universidad alguna una campana, o muchas. Claro, que habrán vivido situaciones que yo viví como nuevas en la universidad.
Pero no, no es lo mismo tampoco. Ahora los universitarios pueden disfrutar de la muy americana fiesta de graduación qu¡e se hacia al acabar el bachillerato. Eso no se hacia en mi época.
Pero tranquilos, jovenes, no habeis tenido fiesta de graduación, pero si estais teniendo una importante lección de vida. Lección de vida que os tiene que hacer ver que ser joven no implica ser irresponsable, y que teneis que ser pacientes, como lo somos todos.
Los jóvenes quereis disfrutar, salir, bailar, pero somos muchos los que deseamos poder abrazar, cuidar, dedicar una sonrisa y poder seguir mirando los ojos a aquellas personas que queremos.
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