Volverán a hacer lo qué

José A. Ruiz 02/02/2021 317
Los nacionalistas afirman que "Lo volverán a hacer", pero ¿Qué es lo que han hecho? La clave está en ese "lo".
'Ho tornarém a fer!' - recitan los nacionalistas como desafío. Ese es su eslogan colectivo. Esa es su hoja de ruta. Volverlo a hacer. Y me pregunto yo, ¿Volverán a hacer.. lo que? Es como el título de aquella película Argentina, 'El viento se llevó lo qué'. No es un error gramatical. Es poner el énfasis donde tiene que estar.
Si me escuchase algún independentista, cosa que dudo, le preguntaría: ¿Crees que se puede conseguir un resultado diferente volviendo a hacer lo mismo? ¿Creeis que es un programa electoral ilusionante decir a todo el mundo que vamos a repetir de nuevo estos últimos y desastrosos nueve años de enfrentamiento?
'¡Lo volveremos a hacer!' La clave está en el 'lo'. ¿Qué es lo que se hizo que valga tanto la pena repetir? Recapitulemos.
La todopoderosa Convergencia decidió pasarse al separatismo, y al hacerlo inauguró una sangría de votos que se combinó con sus escándalos de corrupción hasta reducirla a una mala copia de si misma que hoy, por enésima vez, sigue pidiendo préstamos a sus votantes para poderse pagar la campaña, algo a lo que Puigdemont ya nos ha acostumbrado. '¡Es triste pedir, pero más triste es robar!' les faltaría por decir. Y podrían decirlo, porque los convergentes entienden de las dos cosas.
Pero volvamos a entonces. Todos los independentistas unidos, sin llegar nunca a ser el 50% de votos, con ese poder inmerecido, violaron las leyes catalanas acuñadas en su estatut, y las leyes españolas de la constitución y las leyes europeas, como señaló la comisión de Venecia. Y crearon su propio comité de garantías, y también lo desobedecieron cuando sentenció que tales garantías no existían. Entonces, como Hitler antes que ellos, aprobaron leyes totalitarias que afirmaban situarse por encima de cualquier otra ley. De cualquier otra, humana o divina, incluso de la carta de derechos humanos. Y reclamaron ilegalmente desde el poder más poder que no les correspondía, vulnerando los derechos de la oposición. En cualquier diccionario a eso se llama 'golpe de estado'.
Cataluña tembló. Muchas personas movieron sus ahorros a otros lugares de españa, muchas empresas, incluso de empresarios independentistas, huyeron del territorio. Cataluña se quedó sin bancos, y no habían hecho más que empezar.
El gobierno de España suspendió el pleno en el que se iba a declarar la independencia. El nacionalismo lo denunció al Comité de derechos Humanos de Estrasburgo y este comité sentenció que la actuación de España no solo era correcta, sino necesaria en un estado democrático. En TV3 aquél día sacaron de un cajón una noticia de varios meses atrás y se centraron en ella para no hablar de la sentencia.
Pero volviendo al tiempo, mientras la fuga de empresas crecía el nacionalismo escenificó un referéndum ilegal con el que justificar su golpe, como hicieron Hitler y Franco antes y como haría Maduro después. Dijeron a la gente que no retrocediese ante la policía, que usasen a sus niños encerrados en los colegios, que el mundo vería su vistimismo y les regalaría la independencia. Obligaron al gobierno de España a reaccionar, cosa que hizo con enorme torpeza, dando a los líderes independentistas el alimento que pedían para su victimismo. Solo les faltó una cosa: Ese uno de octubre no murió nadie.
Y antes de que la maquinaria del estado empezase a perseguir a los instigadores, la mitad ya habían huido. Porque el único plan que tenían para el día después era el plan de fuga. Porque el gobierno de España al parar el golpe les hacía un favor. Porque si les hubieran dejado seguir no hubieran sabido qué hacer a continuación.
A pesar de la impresión de las imágenes difundidas ningún país reconoció la soberanía de Cataluña en virtud de aquél referéndum ilegal. Por tanto el 155 trajo consigo elecciones, esta vez democráticas, y los Catalanes, pese al victimismo, siguieron negando al nacionalismo la mayoría en votos que este reclamaba.
Pero los líderes nacionalistas no tenían bastante. Tras la celebración del juicio contra los líderes golpistas, retransmitido en directo a todo el mundo y calificado de 'justo' por Amnistía Internacional, decidieron protestar secuestrando el aeropuerto, quemando Barcelona y mandando a su gente a asaltar el Parlament como años después Donald Trump mandaría a los suyos asaltar el Capitolio. Mientras el resto de Europa dejaba atrás la debacle económica del 2008 y aprovechaba esa bonanza entre aquella crisis y la que estaba por venir, en Cataluña el separatismo seguía mandando espías a los colegios, imponiendo la lengua única como Franco antes que ellos, impidiendo a los jóvenes entrar en los institutos y universidades, diciéndoles que cogieran una estelada, salieran a las calles a arrancar losas del suelo, quemar coches y contenedores.
Y tras ese curso ya perdido, llegó el Covid. Y el nacionalismo se adaptó de inmediato a la nueva situación. Mientras TV3 culpaba a Madrid de ser el origen de la pandemia, Puigdemont y Ponsatí se reían de sus muertos. El separatismo boicoteaba los hospitales de campaña del ejército porque no querían que a ningún catalán lo salvase un militar. Torra gritaba pidiendo competencias sanitarias y al recibirlas inauguró en Cataluña la segunda ola, hiriendo de muerte su propio turismo y, semanas después el del resto de España.
Ahora, ya en la tercera ola, los políticos nacionalistas salen de la carcel con sed de venganza. Algunos como Junqueras dicen que los constitucionalistas les pueden 'contagiar su incapacidad y sus vicios', mientras que sus reflexiones y las de Puigdemont de este último año sobre la pandemia son insuficientes para llenar el reverso de un sello de correos. Sin embargo, piden a la gente que se salte su confinamiento municipal para ir a aplaudirles, pese al riesgo de infección.
¡Quien sabe! Esta vez podrían alcanzarlo. Muchos constitucionalistas tienen miedo a infectarse, mientras que para los independentistas lo primero es 'la nació'. La gente mayor es la que más se resistía, y ahora muchos ya no están o no pueden ir a votar. Con suerte, la pandemia les dará esa mayoría que siempre les ha faltado. Y si lo consiguen, volverán a hacer exactamente lo mismo.. otra vez.
A mi, personalmente, no me despierta ninguna ilusión.
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