De "tsunami democrático" a "marejadilla totalitaria". Así podría calificarse una jornada que empezó amenazada por la lluvia pero acabó revelando bajo un sol resplandeciente los enormes claros que las bajas inscripciones sobre las que alertaba la ANC ya dejaban adivinar. Ni la guardia urbana y su presunto "factor Colau" fueron capaces de dar cifras que igualasen siquiera las de anteriores concentraciones, dejándolo todo en unos generosos 600.000 manifestantes, contando los 1200 autobuses fletados por la ANC que se suponen habrán traído hasta 60.000 seguidores desde pueblos y capitales de provincia.
La lluvia será, a buen seguro, la excusa que el nacionalismo más irredento esgrimirá para disculpar esta derrota anunciada. Lo que no tratarán siquiera de explicar es la progresiva degeneración de lo que fue una fiesta para todos en este aquelarre minoritario en el que tanto se queman fotos como se pasean guillotinas con la clara amenaza de cortar la cabeza al enemigo (o al disidente). Numerosos disturbios, asaltos al parlament, insultos a periodistas e intentos de silenciarlos.. Desde luego, la democracia no ha hecho acto de presencia.
Tal vez el catalanismo moderado ya ha tenido bastante de relatos que cuanto más dramáticos menos se parecen a la realidad, y de líderes que dicen a sus seguidores que el paraíso está próximo mientras aseguran al juez que todo fue una pantomima. Tal vez las fotos del "presidentlegítim" fotografiándose sonriendo junto a Fredi Bentanachs, fundador de la banda terrorista Terra Lliure, les hayan parecido excesivas. O tal vez las imágenes del mismo Puigdemont dando un sermón en mitad de un parque encaramado a un puñado de Palets del "Mercabruselas" con su móvil a los pies y rodeado de una treintena de acólitos y una colla sardanera sexagenaria les haya recordado aquél mensaje del "exiliado": "Es un ridículo histórico".
Lo cierto es que el castillo de naipes se derrumba y no son pocos los que al caer se dan cuenta de que no hay nadie para recogerles. Son tantos ya los que cambiaron "digo" por "diego", los que se prejubilaron y los que ya se han establecido en otras monarquías sin hacer muchos aspavientos, que los partidos que aún portan la antorcha (o antorchas, como en la Alemania de los años treinta) del nacionalismo se enfrentan al hecho de que ya no tienen activos. Los "jovenzuelos" de Esquerra como Junqueras están probablemente próximos a responder de sus actos delictivos mientras que en el PDECAT la degeneración de Pujol a Mas, luego a Puigdemont y Finalmente a Torra ha bajado tanto el listón que ahora el segundo de la lista se postula para liderar de nuevo las juventudes nacionalistas. El desastre lo ilustra el hecho de que es ahora Rufián "el niño de la impresora" el mayor hombre de estado, el más moderado y sensato que queda en el nacionalismo. Y un grupo dentro de su propio partido ("El movimiento 1 de octubre") le persigue para decapitarle (tal vez con la guillotina exhibida) por autonomista, por residir en Madrid y por hablar español. Por los mismos motivos podrían estar persiguiendo a Junqueras, ya que ambos piensan igual, pero como este último es un mártir, habla catalán y tiene sus ocho apellidos en regla, pues mejor decapitar al charnego.
En fin, que hemos asistido tal vez a la tempestad antes de la calma, al gatillazo final antes de que por fin, de un lado y del otro, se pongan a trabajar.