Una profesora grita a su alumna cuando ve que ha dibujado una bandera de España. Rompe el trabajo de la niña ante los demás niños. La levanta en volandas de su silla, la tira al suelo y luego, agarrándola del cuello, la arrastra fuera de clase y la deja sola en el pasillo.
Estos son los hechos reconocidos por la niña, por sus padres, y por el resto de niños del aula. Y son también hechos que cuadran con los partes de lesiones del hospital, aunque la profesora reconoce poco más que la expulsión del aula y la rotura del trabajo en clase, pero reduce la agresión a algo muy leve.
Esta noticia, que ha indignado a todo el mundo, no descalifica por sí sola al nacionalismo. Al fin y al cabo, como seguramente algún separatista afirmará, esa maestra no les representa. Una persona puede tener problemas personales, o psiquiátricos, o ser una radical que se sale del promedio del activismo de paz y sonrisas del independentimo más "razonable". Podrían haber mil excusas para que el imperdonable acto de esta maestra no salpicase a todo el nacionalismo catalán, porque un movimiento que une a alrededor de dos millones de personas no puede ser juzgado por los actos de un solo individuo.
Sin embargo la reacción del independentismo si que es relevante. Y ha sido una reacción variada, pero sobre todo espontánea, a menudo incluso desproporcionada.
Las voces más habituales se han apresurado a negar la mayor. Empezando por el habitual Gabriel Rufián, para el que la noticia "pinta falsa, igual que el medio", refiriéndose el diputado al diario ABC (será que debe ser su diario de cabecera, ya que la noticia ha aparecido prácticemente en todos los medios de prensa, radio y televisión). Otras muchas voces, que ante una situación inversa se rasgarían las vestiduras pidiendo justicia y mobilizarían a sus bases en concentraciones masivas, convirtiendo a la niña en poco menos que Ana Frank, se han apresurado a negar categóricamente un hecho del que apenas conocían nada pero que ahora es cada vez más difícil desmentir.
Muchos han optado por minimizarlo. Entre ellos el más relevante es el nacionalista Jesús Viñas, responsable de los Servicios Territoriales de Educación cuya sede se mantuvo durante tiempo adornada con lazos amarillos y que también comparte lazo amarillo con la profesora. Viñas cerró la investigación con toda celeridad (en menos de 24 horas) redactando un informe que exculpa a la profesora sin haber hablado siquiera con todas las partes afectadas (los propios padres de la niña han conocido el informe por los medios). En ese informe se apoya 100% el relato de la profesora diciendo que la agresión no fué tal, que las lesiones fueron algo muy leve y, sobre todo y por encima de todo, que el dibujo de la niña no fué rechazado por motivos ideológicos, que es el matiz que más parece importar al independentismo. Para reforzar su tesis tanto la maestra como el responsable de educación alegan que otros dibujos de otros niños también fueron objeto de desaprobación. Lo que ninguno de los dos explica es por qué únicamente se gritó a esa niña, por qué solo se la humilló a ella al romper en público su dibujo con banderas españolas delante de los demás niños, por qué solo ella fué expulsada de clase y dejada sola en el pasillo. Y naturalmente, por qué solo ella fué objeto de esas agresiones tan "leves" pero tan documentadas por el parte de urgencias del hospital.
La reacción de los medios "a sueldo" también ha sido destacable. No es necesario mencionar todas las negaciones y tergiversaciones de los pequeños pero hipersubvencionados digitales nacionalistas. Todos podemos imaginar hasta qué punto pueden ocultar o incluso invertir los sucesos, pero una muestra sería el digital "La República", para el cual la reacción de los padres de los demás niños al día siguente de la agresión, colgando en la puerta del colegio dibujos de sus hijos con banderas de España y frases como "a los niños no se les pega" fue calificada literalmente como "un ataque fascista" contra el colegio. Sin embargo lo más relevante es como se han pronunciado los grandes medios. La Vanguardia del conde de Godò titulaba que se había abierto "una investigación" porque una maestra había "roto un trabajo de clase" de una alumna que "dibujaba banderas españolas", así en general, sin especificar cuantas ni donde las dibujaba. Un titular tan abierto que dejaba todo en el aire, no ponía el énfasis en ninguna agresión y permitía al lector nacionalista consolarse pensando que la niña podía de hecho ser una pequeña gamberra que pintaba banderas españolas en las paredes de los pasillos. TV3 tampoco se quedó a la zaga. Para la televisión independentista lo que se investigaba fue si la profesora solo "rompió un dibujo de una bandera española".
Los sindicatos, más o menos dependientes de las subvenciones del nacionalismo, corrieron a defender a "su" víctima.. la maestra. Criticaron duramente la "persecución" y la "criminalización" a la que estaba siendo sometida la presunta agresora. Criticaron también que algunas personas la hubieran identificado públicamente. En eso sí estoy de acuerdo. Eso es totalmente rechazable y mas propio de CUPaires que de demócratas. Sin embargo, a la niña agredida los sindicatos la dejaron abandonada.
Llegamos al ámbito más bajo pero más virulento: las redes sociales. Quienes no querían o no podían negar u ocultar los hechos optaron por desprestigiar a las víctimas. Dado que el colegio tiene un alto porcentaje de población de etnia gitana, árabe y de otras procedencias, no han tardado en llegar tuits en los que se afirma que la niña es gitana o incluso de que tiene familiares en la carcel. Tanto si la niña es gitana como si no, la violencia no está justificada y el racismo y la gitanofobia esgrimidos por esta "gente de paz" han sido vergonzantes.
Finalmente buscamos las voces que, dentro del independentismo, condenan la agresión. Si, las buscamos, pero apenas hay, o en todo caso no se las escucha. Cualquier tímido intento del estilo "no me lo acabo de creer, pero si fuera así, condeno totalmente la violencia, tanto de un lado como del otro.." es prontamente silenciado o superado por las furibundas negativas del resto del independentismo. Porque eso no puede ser. Porque "la revolución de las sonrisas" no cuadra con una maestra que pega a una niña pequeña por dibujar una bandera. Seguro que tuvo que ser al revés. Seguro que la profesora debe haber aguantado lo indecible. Seguro que Torra la propondrá, antes o después, para la Cruz de Sant Jordi.