Voces Tabarnesas - Reflexiones libres e independientes

1-O: Apocalipsis político y pasividad en la calle

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Mientras el nacionalismo vivía otro "día histérico" los Catalanes fuimos tranquilamente a trabajar
Voces Layetanas
José A. Ruiz 02/10/2019 1652

Si cualquier nacionalista de los que ayer se lanzó a la calle portando una antorcha leyese el titular de este artículo no estaría de acuerdo en absoluto. Para él, rodeado de otros nacionalistas portando igualmente antorchas (¡Ah, Qué recuerdos de esa Alemania de los años treinta del siglo pasado!) el mundo estaría transformándose frente a él. Del mismo modo, si algún nacionalista algo más perezoso se quedó ayer encerrado en su casa viendo TV3 llegaría a la conclusión de que el mundo giraba en torno a esa fecha. Las imágenes de la televisión nacionalista mostraron en bucle los palos que la policía propinaba dos años antes a aquellos votantes que se resistían a dejarlos pasar o a abandonar los centros de "votación". Golpes, golpes y más golpes (excepto el más importante, que fue el golpe de estado), entrevistas a adorables ancianitas que relataban lo mucho que les habían dolido los hematomas y portentosas gráficas explicativas y detalladas analizando las zonas del cuerpo estadísticamente más afectadas, que si el cuello, que si los muslos. TV3 hizo lo indecible para trasladar a cada espectador el dolor de las "víctimas" y señalar a un único culpable. No, no se trató de Junqueras y Puigdemont, quienes habían alentado a sus fieles a encerrar a sus hijos todo el fin de semana en los colegios para interponerlos en el camino de la policía y les animaron a enfrentarse y recibir los palos martirizantes para conseguir una buena foto. Tampoco el culpable último fué la policía española ni el torpe gobierno del Partido Popular encarnado en Mariano Rajoy, ni el "pérfido" rey Borbón que había tenido la osadía de decir que el referéndum ilegal era un desafío a la democracia. El culpable era la propia España, como concepto indivisible. Cada uno de sus habitantes, cada ciudadano que se considerase asimismo español estaba detrás de cada doloroso golpe recibido por los nacionalistas.. perdón, por el "pueblo de Cataluña".

Sin embargo, este tercer Primero de Octubre los catalanes hicimos mayoritariamente "zapping". Un zapping metafórico, se entiende. La gente se levantó por la mañana para ir a trabajar y eso fue lo que hizo. Algunos nos aproximábamos a los accesos a las rondas de Barcelona con cierta aprensión, esperando a que algún hiperventilado aparcase su coche en el acceso y se tumbase en el asfalto, como en otras ocasiones, teniéndonos enfadados media mañana. Nada de eso sucedió. Fuimos a trabajar, dimos nuestra jornada y volvimos a casa con los deberes hechos.
Por supuesto que hubieron manifestaciones, y humo, fuego y violencia. Según las cifras proporcionadas por la Guardia Urbana se concentraron 18.000 personas para reivindicar el "Día de los palos", lo que comparado con las 180.000 proclamadas un año atrás da una caída del 90% en el apoyo al "mandato del pueblo". Como suelo decir a menudo a los amigos que me llaman preocupados desde fuera de Cataluña cada vez que ven el apocalipsis televisado de antorchas y linternas: pensad que a izquierda y derecha de esa calle en la que se desata la histeria y unos energúmenos escupen y empujan a los periodistas, hay otras calles en las que no está pasando absolutamente nada. La ciudad está en calma. Simplemente a las cámaras de televisión les parece mucho más interesante la calle en conflicto.
Y la bonita coreografía de leds, bengalas de colores y espectaculares antorchas tiene tres lecturas la mar de interesantes.
1- Por más que se vista de democracia, el nacionalismo catalán no deja de recurrir a las técnicas y símbolos que tanto funcionaron durante el nazismo.
2- Esa miriada de antorchas de larga duración no es barata y con seguridad no las trajeron los manifestantes desde su casa. El dinero para todo eso sale de las entidades nacionalistas subvencionadas con los impuestos de todos los catalanes.
3- Si despojásemos todas esas escenas de su vistosa pirotecnia, la espectacularidad de la foto se reduciría bastante. Es gente. Mucha. Pero muchísima menos que antes.
Porque los tuits del nacionalismo en las redes sociales ya no disimulan su nerviosismo. "¡Somos cuatro gatos!" decían ayer cuando se dirigían a acosar a las fuerzas de la ley en Girona. Como cuatro gatos (o en este caso veinte) eran los congregados por la CUP este pasado fin de semana para "echar al ejército" del cuartel del Bruc en Barcelona. A la convocatoria, sin embargo, respondieron también alrededor de 200 barceloneses con rojigualdas que se interpusieron entre los escasos convocados y el cuartel, mirándoles como quien dice "¿Y solo para esto hemos venido?". Muchos menos de lo esperado, como en este último once de septiembre, del que el nacionalismo aún se pregunta el por qué de la baja afluencia. Fueron más violentos, menos sonrientes, pero sobre todo, fueron menos.
¿Será tal vez que la gente está cansada de llevar siete años enfadada? ¿Será por que los políticos dicen una cosa en sus mítines y otra en los juzgados? ¿Será por que hace tiempo que no tienen hoja de ruta? ¿O tal vez por sus "prietas las filas" con los acusados por terrorismo y los "selfis" de sus líderes con aquellos "demócratas" de cloratita y goma-2?
El caso es que este 1 de Octubre se desató el infierno político (gritos de "desobediencia" de quien ha descolgado el lazo al recibir la orden, proclamación de un "parlamento bis" por parte de quien grita "ni un paso atrás" desde Waterloo, la declaración de "no sometimiento a la soberanía de España" del pueblo de Amer, afirmando sin embargo que no cometería "ninguna falta administrativa" por si acaso..), pero la calle no acompañó. Muchos nacionalistas han "desconectado" de sus líderes.
Se anuncia un "otoño caliente" en el que el nacionalismo quemará todos sus cartuchos, si.  Pero al mismo tiempo parece que refresca.

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