Amer es el pueblo donde nació Carles Puigdemont. Es una pequeña y bonita aldea de la Gerona rural, con poco más de 2200 habitantes. De ellos, 1514 tienen derecho a voto, y la mayoría votan al partido de su vecino nacionalista, el líder cuya efigie adorna la plaza. Sueñan con liberarse de quienes no piensan como ellos, y por eso, cuando los representantes de partidos políticos no nacionalistas les "provocan" (simplemente yendo a su pueblo) se creen en la obligación sana y cívica de "echarles". Evidentemente no es sencillo, ya que la ley dice que todo el mundo tiene derecho a expresarse, por lo que los agentes de la ley impiden las agresiones, dificultan el lanzamiento de objetos y demás boicots. Pero siempre les quedan las risas.
Y reirse de los discrepantes debe ser sano, pues hasta el líder de los nacionalistas, Quim Torra, dice que los españoles son "bestias parlantes con forma humana" y que los catalanes discrepantes "tienen un bache en su ADN", el mismo Oriol Junqueras afirma que el ADN del hombre catalán "está más próximo al de los franceses que al de los Españoles" (¡cuanto genetista en las filas nacionalistas!), y el mismo hijo predilecto de la villa, el muy huido Carles Puigdemont, afirmó en un mítin que "había que expulsar al invasor".
Por eso los fieles del pueblo no ven nada incorrecto en que uno de los ancianos del lugar, acompañado de un abanderado nacionalista, limpie a conciencia el lugar donde ha pisado Inés Arrimadas, la joven catalana, cabecilla del partido más votado de Cataluña en las pasadas elecciones, que ha venido a decir que todos podemos convivir unidos y en paz, y mientras el anciano (ante la imagen de Puigdemont que bendice la escena) frota y frota el suelo con denuedo, los vecinos ríen y aplauden, animándole: "¡De-sinfec-tem, de-sinfec-tem! (Desinfectemos). Tal vez con el mismo ritmo y cadencia con el que su líder Quim Torra arenga a los CDRs (sus camisas pardas particulares) "¡Apretad, apretad, que haceis bién en apretar!" Los medios nacionalistas califican esta escena de "ocurréncia simpática".
¿Por qué odian tanto a Inés que necesitan desinfectar su rastro? ¿Es por que no piensa como ellos? ¿O es porque osa llamarse a sí misma "catalana", siendo como es "charnega"? Pues "charnegos" (o perros) es como denominan los supremacistas a los catalanes que tienen sangre de "fuera". En el caso de Inés Arrimadas, su "sangre" (que cualquier buén biólogo vería indistinguible de la de otro español, francés o italiano) proviene de Andalucía... como la de la abuela del líder Puigdemont, por poner un ejemplo. Pero es que el nacionalismo ayuda a limpiar la sangre mejor que nada.
Esa gente se ríe bién alto para que les oigan los 240 vecinos de su propio pueblo que tuvieron la osadía de votar a partidos como Ciudadanos, PP, PSOE, o Podemos. Vecinos que no creían en el nacionalismo excluyente y que ahora miran con miedo esa escena propia de los años treinta del siglo pasado. 240 vecinos capaces de votar, que son 352 si contamos a sus hijos. El 16% de habitantes de un pueblo que no pueden decir lo que piensan sin enfrentarse a la exclusión social.
Y lo más incomprensible. Los vecinos que se creen superiores, los que sienten el impulso de "desinfectar" el suelo que pisan los "animales"... ¿Con qué palabra se refieren a sus enemigos? ¡Les llaman acaso judíos? No. Se puede oir con claridad. Les llaman "ratas fascistas". ¿Recordais a Amon Goeth, en la lista de Schindler? Amon también llamaba a los judío ratas, y por eso era un fascista.
Palabras huecas por la ignorancia.
Risas en el crepúsculo. Observadas desde ventanas entrecerradas.
Risas que hielan la sangre.