Cuando sin previo aviso aparece una gotera en casa, nuestra primera reacción es recoger las gotas en una palangana o cubo, tarea que nos mantendrá en vilo mientras el agua no cese. Sabemos que tendremos que pintar el techo con toda seguridad, pero una mano de pintura no solucionará el problema si no tomamos las medidas oportunas reparando la causa de la gotera.
El orden de los factores, entonces es:
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Solucionar el problema.
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Pintar.
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Quitar la palangana.
No tendremos resultados positivos si alteramos ese orden.
El Gobierno de la Nación no tiene nada claro éste sencillo concepto. Cualquiera que sea la sentencia en el juicio por el 1 de Octubre, (que espero sea ejemplar y torne su risa burlona en una retorcida mueca de padecimiento, pues no han mostrado arrepentimiento alguno, afirmando que no han hecho nada, pero que lo volverán a hacer) siguen sin hacer frente a la raíz del problema.
Los Pujol siguen impunes. Las penitenciarías catalanas funcionan para Oriol como un resort cinco estrellas, mientras no se recupera un sólo duro de lo robado por esta infame familia. El mismo destino les espera a los golpistas, caso de ser condenados, mientras diseñan una absolución a medida sin levantar demasiadas sospechas.
Eso es pintar sin reparar la gotera.
El 155 fue un desastre. Las medidas se aplican con firmeza o no se aplican. No intervenir la enseñanza y los medios de comunicación del régimen restaron todo destello de efectividad. Una medida que nos vendieron como salvación y esperanza de los no nacionalistas terminó siendo inspiración de las chirigotas de Cádiz.
Eso es cambiar la palangana por una más grande.
La situación laboral de nuestros cuerpos de seguridad, vergonzosa sin remedio. No sólo eso, sino que han permitido que pisoteen su honor con acusaciones de brutalidad policial, salvajismo y otras lindezas mientras eran acosados en los hoteles, hacinados en barcos con un piolín y otras situaciones similares. Los separatistas que afirman que fueron aporreados, si lo hubieran sido de verdad, sólo la mitad de lo que lloran, hubieran llenado los hospitales, y no fue así.
Eso es cerrar la puerta para que no se vea la gotera.
El fracaso de nuestros políticos es evidente, diría que flagrante y alevoso. La prueba irrefutable del nefasto resultado para todas las formaciones, tiene en Barcelona su mejor ejemplo: Magdalena Colau, alcaldesa. Una mujer que ha reventado el buen nombre de Barcelona, llenándola de manteros, invasores, okupas, mafias...cuya pésima gestión la abocó a perder la alcaldía y que ha resultado abucheada incluso por sus camaradas, pese a volver a colgar el maldito lazo amarillo en la fachada del Consistorio como primera medida, amén de la fuga de empresas de la que puede proclamarse protagonista, del hastío de comerciantes, vecinos y turistas…
Todos ustedes, candidatos a la alcaldía de Barcelona, son responsables directos de éste desaguisado.
Todos ustedes han previsto tal posible escenario, pero han sido incapaces de tomar las medidas necesarias para que no se produzca.
Todos volverán algún día a pedir a los barceloneses que depositen su confianza en ustedes.
Yo no sabría si reírme, llorar o correrles a gorrazos.
Después de vendernos a "la meona" como el menor de los males, no sé cómo piensan defender su posición y mantener su dignidad al mismo tiempo, si es que para entonces queda algo en Barcelona que no necesitemos depositar en el vertedero.
Eso es perforar el suelo y que la gota le caiga al siguiente.
El resto de España sufre también los desatinos de una casta política digna de una trilogía de Stephen Hawking.
Dios nos pille confesados...