Este sábado fui a visitar a unos amigos a Sant Feliu de Llobregat, y durante el corto trayecto entre el lugar en el que había aparcado el coche y mi lugar de destino encontré profusión de carteles, imágenes y pintadas reivindicativas. Dado que recorrí la zona de influencia del ayuntamiento, casi todas las reivindicaciones eran pro-nacionalistas (jornadas "antirepresivas" convocadas por quienes reprimen la libertad de discrepancia, reivindicación de la cultura catalana por quienes prohíben la lengua más hablada de su tierra, etc..). Sin embargo tres imágenes me llamaron de alguna manera la atención. La primera no tenía en principio nada de particular. Era tan solo un cartel electoral de la última campaña de JuntsXCAT. Aquí podéis verlo.
Este primer cartel mostraba la imagen adusta i confiada del fugado de Waterloo. En la esquina inferior izquierda podía leerse con claridad la leyenda "Laura Borràs nos representa" (la muestro ampliada junto al cartel). Efectivamente, el caracter desafiante, radical e incisivo de la neoconvergente representaba los "valores" defendidos por el mesías Puigdemont y su delegado en la Tierra, Quim Torra. Pero el paso del tiempo (aunque se trate tan solo de unas semanas) hace que el cartel pueda verse ahora bajo una nueva luz. La luz de la investigación que se lleva a cabo sobre los tejemanejes de la líder neoconvergente, que incluyen cargos por malversación, falsedad documental y prevaricación, al favorecer la adjudicación "a dedo" de contratos irregulares a un amigo suyo, detenido por tráfico de drogas y billetes falsos a través de la "dark web". Este caso despierta ecos de los casos de sus colegas neoconvergentes. No hay suficiente espacio en este artículo para referirnos a Pujol y el caso Banca Catalana (que lo empezó todo) ni a su hijo y el caso de las ITV, ni el de las prótesis caducadas, ni las investigaciones a Puigdemont por el caso Aigües de Girona o el desvío de subvenciones para costear su estancia en Waterloo por medio de Víctor Terradellas (su presunto enlace para la trama rusa).. En fin, que al parecer, Laura Borràs, efectivamente, les representa. No pude dejar de fotografiar ese cartel.
El segundo cartel tenía mucha más mala intención, y dudo mucho que fuese obra de nacionalistas, pues de ser así habría que afirmar que su criterio está mucho más perjudicado de lo que parece. Este cartel, realizado a modo y manera de los que reivindican la libertad de los detenidos por el intento de golpe de estado (Junqueras, Forn..) o el asedio a los juzgados de Vía Layetana (Los Jordis) reclama la libertad para el "preso político" Oriol Pujol. El delfín del clan Pujol condenado por tráfico de influencias, cohecho y falsedad documental, está de hecho en semilibertad tras cumplir menos de 60 días de los dos años de condena que le corresponden por fraudes como los del caso ITV. Insisto: Seguramente el cartel no sea obra del nacionalismo, sino de alguien que quiere sacar a la luz la hipocresía de un partido que suele tapar su corrupción bajo la estelada. Y a fe mía que lo consigue, por lo que consideré este cartel merecedor de otra fotografía.
Y llegando ya cerca de donde había aparcado mi coche encontré no ya un cartel, sino una pintada. Una de tantas que exige "Llibertat", realizadas precisamente desde la libertad que tiene quien sabe que no se juega el cuello por hacer esa pintada, ni por quemar un contenedor ni por insultar a la policía o salir a la calle con un lazo amarillo, como sucedería si realmente viviesen bajo un régimen represivo. Sin embargo otro artista había ampliado y matizado la pintada original con el añadido de la palabra "Tabarnia" (aunque es evidente que una tercera persona ha intentado inútilmente borrarla). Un concepto que nació como un inteligente ensayo de marketing constitucionalista, devino un ingenioso revulsivo que ponía al aire las vergüenzas del nacionalismo excluyente y luego pareció decaer y enquistarse entre las mordaces chanzas de Boadella y el debate entre quienes ven el concepto como un espejo deformante y quienes lo consideran una opción real. Lo cierto es que Tabarnia, ese territorio imaginario y poco definido, es también una realidad que se resiste a desaparecer (como la propia pintada) porque las causas que la han originado siguen presentes. Tabarnia es una realidad social y cultural, pese a su curioso nombre y a su imperfecta definición. Una utopía que probablemente jamás se haga realidad, ya que es igual de inevitable pero a la vez igual de imposible que la propia república catalana. La foto era inevitable.
Tres carteles que provocan diferentes sensaciones. Solo tras constatar que había hecho tres fotografías recordé aquella oscarizada película "Tres anuncios en las afueras", protagonizada por una excelente Frances McDormand y que recomiendo a quien aún no la haya visto. Aquella película también giraba en torno a tres carteles colocados en un recorrido y su influencia en quienes los veían.